martes, 31 de agosto de 2010

Ser Miss Universo hoy o la cándida belleza del estereotipo que habla



¿Qué significa hoy el concurso de Miss Universo? Pensamientos sobre un show que lo tiene todo: candorosas Barbies, preguntas sesudas, desfiles en tanga, a Chazz Palminteri y a Donald Trump.


En 1952, en Estados Unidos, para ser más específicos en California, nació este certamen que premia la belleza femenina. A diferencia de otros concursos, ganarlo supone además de belleza otros valores como integridad, inteligencia, elegancia y actitud.
En teoría lo que distingue a esta competencia de una típica elección de la chica Playboy o sin ir más lejos de mostrar simplemente la tanga en “Bailando por un Sueño” son justamente estos parámetros. Y para mí en pos de alcanzar este propósito es que sucede lo más cómico o si se prefiere lo sutilmente bizarro. Me refiero a la pregunta final.

Debo reconocer que me divertí muchísimo viendo las respuestas de las candidatas a Miss Universo a lo largo de una serie de videos de youtube (que por otra parte recomiendo). Intuyo un nuevo género de entretenimiento en el recorte y recopilación de las contestaciones. Digo, ¿estas respuestas se han parodiado antes? Definitivamente. Por eso propongo verlas sin distorsiones humorísticas, ya que de verdad creo que no son necesarias. Todo el entorno lo hace gracioso. Donald Trump (dueño y organizador) con su jopo color sidra hablando seriamente de reunir países enemistados, lo hace gracioso. Chazz Palminteri (quien este año formó parte del jurado) y a quien uno puede imaginar correteando púberes en los cortes, también lo hace gracioso. Además están las sesudas preguntas de los jueces, súbitamente filántropos y preocupados por la pena de muerte, la injerencia del gobierno sobre la moda o la invasión de la privacidad en escaneos de cuerpo completo en los aeropuertos. Del otro lado, las respuestas. Esas respuestas ecuánimes siempre junto a una actitud sonriente por parte de todas y cada una de las participantes. Y por último el estallido de los aplausos. Un alboroto que sólo se puede dar en este contexto. Porque en estos certámenes existe (no sé de dónde proviene, ni a dónde se dirige pero existe) un público que aplaude con furor y ovaciona con condescendencia, como si de pronto ante la sorpresa de sus ojos vírgenes un caniche rosa comenzara a tocar el bongó.

Y en realidad creo que lo que tiene de particular este concurso es el registro de actuación que implica e impone a sus participantes. El fuerte de una Miss Universo está basado en su supuesta candidez. Estas chicas no son cándidas, tienen la obligación de ser cándidas. Cándidas, sencillas, ingenuas, sin malicia ni doblez, según la definición del diccionario. Creo que en esto reside todo el morbo del asunto. En este doble juego de saberse bellísimas, esbeltísimas, buenísimas, jovencísimas y a la vez no creérsela o por lo menos parecer que no se la creen en público. De más está decir que todas construyen ese personaje. Todas andan con este rol a cuestas así estén cantando un horrible rap dentro un ómnibus que las transporta por el desierto de Nevada, mostrando los cachetes de la cola al desfilar “elegantemente” en traje de baño o contestando preguntas trascendentales sobre las leyes que rigen el mundo.
Estas chicas son cándidas hasta el hartazgo. Actúan de esta manera porque saben que el jurado castiga duramente a aquellas que osan caer en la soberbia. A aquellas que como Miss Filipinas se pretenden sin errores, ni manchas. Me atrevo a decir que el verdadero morbo del asunto pasa por ver caer a alguna finalista en la altivez. Supongo que allí debe estar lo interesante. ¡Ver que aquella que es señalada como la más bella del “Universo” de entre miles y miles de participantes caiga en el pecado capital de creérsela! Para ella el destierro. Ésa que no se ha mantenido “cándida” ya puede ir pensando en Playboy o en el caño de “Bailando por un Sueño”.

Lo que finalmente nos lleva al público. ¿Quién es el público de Miss Universo?
Internet dice que el mayor rating se produce en Latinoamérica y Asia. Ok, entiendo que muchos millones lo miren desde sus casas como una especie de Reality del cuento de hadas que presenta dulces princesitas que pueden con un poco de esperanza volverse engreídas pecadoras. Pero ¿y la multitud de la tribuna? ¿Quiénes son y de dónde vienen todas esas personas que imagino pagan una cuantiosa entrada (no creo que Donald haga descuentos para jubilados) y que festejan, abuchean, viven y respiran con bríos el ascenso y la caída de una reina de belleza?

Para esto no intentaré tener respuesta, tampoco sé si importa dar con ella, creo que la gran maquinaria del marketing –de la cual hoy en día no se salvan ni los perros– es cada vez más extraña y gigantesca y que dentro de ella el concurso de Miss Universo es un engranaje histórico pero también un engranaje más.

Nota publicada en Victoria Rolanda

1 comentario:

  1. Hay un episodio de 'Cuentos Asombrosos' de Spilberg, muy interesante que habla de este tema, porque en medio de un concurso para miss universo aparece una nave extraterrestre que trae modelos de Venus, de Jupiter y de otros planetas para que el consurso sea más ''justo''. Es muy cómico, e irónico el final.

    Saludos

    J.

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