lunes, 3 de mayo de 2010

Luces de Libertad


En el barrio del Abasto, en lo que hasta hace un año y medio era una casa tomada, se encuentra el Teatro Ciego. Estoy en la planta alta, compartiendo un mate con Martín Bondone (uno de los fundadores junto con Gerardo Bentatti). Esperamos a que los actores hagan un alto en el ensayo. Mientras tanto las expectativas suben, las preguntas retornan. ¿Qué significa estar ciego? Uno apenas puede imaginarlo. Sin embargo, después de la charla que mantuve con ellos, puedo decir que existe algo en el espítiru de todas estas personas que definitivamente sorprende.

Sabrina, Rosy y Rubén

Llega el momento de conocerlos. Escucho el bullicio de unas voces que suben por las escaleras. Entra en la habitación un grupo de personas que ríe y charla entre sí. Uno de ellos improvisa notas en una flauta. Todos se mueven naturalmente y no puedo distinguir con exactitud a las personas que ven de las que no. Extrañamente comienzo a sentirme torpe e inadecuada. ¿Cómo debería comportarme? ¿A quién debo saludar primero? ¡De pronto me encuentro sentada frente a 3 personas ciegas y lo que más me preocupa es mi propia imagen!

M: Me gustaría que me cuenten un poco de vuestras vidas como actores y también como personas fuera del escenario.

Sabrina Heisecke: Esta es mi primer obra. Antes hacía cata de perfumes. Perdí la vista en un accidente automovilísitco hace 9 años y enseguida entré a una escuela de recuperación visual. Allí estuve poco tiempo porque me llamaron para hacer un curso de telemarketing donde conocí varias personas del grupo de ciegos e hice amigos. Luego me llamaron de una consultora para catar perfumes testear aerosoles, shampoo, etc.

M: ¿En qué consiste ese trabajo?

Sabrina: Por ejemplo testeábamos un producto a la mañana, después a las 2 horas y al final del día para ver si tenía la misma persistencia de olor. Ese tipo de cosas.

M: ¿Se puede decir que sos una experta en el sentido del olfato?

S: Puedo decir que en mí los otros sentidos hicieron un ¡BOOM! Por ejemplo siento gustos más profundos en las comidas o en los sonidos que antes no notaba.

M: ¿Y vos Rosy?

Rosy Griro: Yo soy ciega desde los 2 años. Estuve internada en una escuela para ciegos desde chiquita. En ese tiempo no había integración y las mujeres iban a una escuela de mujeres y los varones a otra. Me quedaba allí toda la semana ya que mis padres venían a buscarme los viernes a la noche y me llevaban los domingos. En ese lugar aprendí las asignaturas escolares y también todas las cosas cotidianas de la vida. Cocinar, lavar, planchar, coser, tejer, etc. Yo siempre tuve interés por lo artístico y a los 15 años participé en un grupo de chicos ciegos donde hicimos varias obras de teatro convencional. Después apareció la propuesta de “La isla desierta” y ahí estuve 5 años, el año pasado presenté un monólogo en la Biblioteca para Ciegos. Aparte también trabajo en un maxikiosco y como copista de la Banda sinfónica de Ciegos donde transcribo las partituras en braile.

M: ¿Cómo se encara la vida cotidiana? Un día de lluvia insoportable en Buenos Aires por ejemplo.

Rosy: Para mí el tema de la ceguera no es un problema. Es un límite nada más. Yo que viví toda la vida como ciega no puedo ver las diferencias.

Sabrina interviene: En mi caso es diferente.

Rosy: Para mí es lo mismo. No tengo esa cosa de ponerme mal porque no veo o rayarme diciendo me gustaría ver. No tengo ni siquiera la aspiración de ver. El tema de la ceguera no es algo que me preocupe. En mí caso está aceptado. Es como si vos no conocieras qué es un huevo frito. No sabés cómo es el gusto, no sabés nada de él entonces no vas a tener ganas de comerlo.

M: Comprendo. Pero de tu año de vida, ¿no recordás ni extrañás nada? Un color por ejemplo.

Rosy: No, yo me los imagino de una manera pero no sé si son así.

Sabrina: En mi caso es distinto porque yo conozco los colores y me vuelvo loca porque quizás las personas no me saben explicar lo que ven. Les pregunto “¿qué azul es? ¿Es azul marino? No. ¿Es azul francia? No sé. ¿Es turquesa? No, es azul. ¡Pero hay muchas variantes!” También el tema de combinar los colores para vestirme o los aros, en eso soy una frenética. Y por ejemplo en los que charlábamos antes, hoy puntualmente me enfrenté con un tema que me costó bastante. Por intermedio de Facebook me reencontré un compañero de la primaria que no veo desde los ocho años. Actualmente él vive en Provincia de Buenos Aires, cerca de Chascomús. Yo había perdido totalmente el contacto porque cuando mis padres se separaron me vine a vivir a Capital y nunca más volví. Yo me dije bueno es una relación por mail, no es necesario que le diga lo que me pasó. Pero esta semana me dijo que viene a Buenos Aires y me propuso encontrarnos. Me vi obligada a contarle toda la verdad en un mail y eso me costó un montón. Explicarle una historia tan dura. Pero era necesario. Se lo tenía que anticipar. Esto sucedió hoy y esperando la respuesta…

M: Me hubiera encantado saber cómo termina esta historia. El accidente te sucedió a los veintipico… imagino que te cambió el mundo.

Sabrina: Fue todo un shock. Fue muy vertiginoso. Enseguida me ofrecieron trabajo, conocí a mi novio, después comencé a actuar. En lo cotidiano ya lo tengo aceptado, pero quizás lo que me cuesta más es enfrentarlo con la gente que yo conocía de antes. La familia. No todos reaccionan igual. Pienso que dentro de todo lo tomé bastante bien… con onda. (Risas). Mi mamá también influyó mucho porque es una tipa que tiene mucha pila. Es muy emprendedora. Ella no me dejó deprimirme. Enseguida me anotó en la escuela y cuando yo no quería usar el bastón en la calle me dejaba ahí parada para que actúe por mí misma. Sin embargo yo era terrible. Ella me decía: bueno ahora estás en la esquina. Yo voy caminando al lado tuyo pero andá sola con el bastón. En cuanto ella se descuidaba un poco yo pedía: ¡Sr, no me para un taxi!
Ahora lo cuento como anécdota graciosa pero no fue fácil.

Rubén Ronchi que había permanecido callado hasta ese momento de pronto me sopapeó con lo inesperado: una pregunta.

Rubén: Yo te quiero hacer una pregunta a vos. ¿Qué fantasía tenés de la ceguera?

¡Ups! ¿Qué contestarle? Mi fantasía era deprimente y opaca. Sentía que no podría ser capaz de soportar un cuadro semejante. De hecho me imaginaba sumida en una larga y húmeda autocompasión. Me sentí avergonzada. Ellos eran el ejemplo opuesto de eso.

Rubén: Hay distintas etapas de la ceguera. Cuando uno nace ciego aprende a manejarse como tal. Esto de los colores es una fantasía tiene que mucha gente que puede ver. Pero los colores son una convención. Por ejemplo si yo te digo que esto (toca su chomba azul) es rojo, vos vas a creer que esto es rojo cuando en realidad es azul. Pero en definitiva es una convención. Por ejemplo un tema para una persona ciega es cómo combinar los colores para que estéticamente pueda verse bien. Pero eso se resuelve simplemente preguntando. No importa si el azul es el más lindo o más feo. Eso tiene que ver con otra cosa. Lo importante es cómo resolvés los hechos cotidianos de la vida. Por ejemplo se largó un chaparrón gigantesco, ¿cómo lo resolvés? La persona ciega lo resuelve con alternativas diferentes, preguntando. Siempre hay alguien que te va a dar una mano. Lo que quiero decirte es que si bien la ceguera es una dificultad, no hay inconveniente que no pueda resolverse. Todos en alguna medida más o menos satisfactoria se resuelven.
Y en el tema de relacionarse con los otros te cuento algo que me pasó en la facultad que para mí fue un papelón. Estábamos trabajando en un grupo de 6 ó 7 personas para una clase de Pensamiento Científico y yo sentía que la profesora me rondaba y me rondaba. En un momento me dice: “Vos a mí no me conocés, ¿no?” Ahí mismo me hizo tocarle la cara, el pelo, etc. (Comenzamos a reír con su relato).

Rosy interviene: ¡Yo ya te conozco aunque no te haya tocado!

Rubén: El contacto con la piel, con el otro, es muy interesante y estimulante. Pero los rasgos finos no se perciben con los dedos. Son cosas que suceden y con esa profesora el hecho sirvió para romper el hielo. Luego fuimos a tomar un café juntos, estuvimos charlando mucho tiempo y ella comprendió que no era necesario.

Rosy: Un día yo llevaba a mis dos hermanos más pequeños a la escuela. Yo tendría 18 años y ellos tendrían 7 u 8. También venía con nosotros mi hermana Inés que tampoco ve. En un momento Inés pregunta, ¿dónde está Omar? Una mujer del colectivo le exclama: ¡Acá está tu hermano! Le tomó la mano y la hizo tocar toda la cara a mi hermano. ¡Bajamos matándonos de risa porque la situación era tan graciosa!

Llaman desde la planta baja. El director los reclama para continuar con el ensayo por lo que apuro una última pregunta.

M: ¿Qué es lo que más les molesta del trato con la gente?

Todos: POBRECITO, CIEGUITO, NO VIDENTE.

Rosy: Que no te hablen a vos sino que se dirijan a la persona que tenés al lado para comunicarte algo.

Sabrina: Te lo redondeo con una anécdota. Una vez una mujer que me ayudaba a cruzar la calle me dice, “Qué linda chica, lástima que sos cieguita. Bueno señora, ¿por ser ciega dejo de ser linda?” (Risas).

Ya en la sala comienza la sesión de fotos. Me vuelvo irrelevante. Esto me permite retirarme y observar. El grupo conformado por todos los actores –ciegos y no ciegos– y el director está vocalizando. Sus vibraciones irradian una energía expansiva y olas de buen humor.

Me encuentro sorprendida ante estos seres humanos que no se limitan a interpretar lo que significa una sabia filosofía de vida. La viven.

Teatro Ciego, un teatro cooperativo

Martín Bondone y Gerardo Bentatti están al frente del Centro Argentino de Teatro Ciego. Esta técnica fue creada por Ricardo Sued quien se inspiró en la meditación Zen que se hace en plena oscuridad. Como explica Martín realizar obras en la oscuridad tiene 2 objetivos. Por un lado sumergir al espectador un mundo diferente y despertar la profundidad de sus otros sentidos. Por el otro, integrar a personas ciegas a un grupo de trabajo donde, al no ser necesario el uso de la vista, la discapacidad desaparece.

Hoy en el Centro funcionan talleres autogestionados de danza, coros y teatro para todo público y además cuentan con 3 propuestas diferentes en cartel: “Stereo-tipos”, “A Ciegas con Luz” y pronto se estrena “Luces de Libertad”.

La revolución de Mayo y el romance

“Luces de Libertad” es una nueva e interesante propuesta teatral que trata sobre la revolución de Mayo. La obra cuenta una historia de amor entre una esclava y un revolucionario y se desarrolla sobre el trasfondo político de la época a través de los 9 meses previos a la revolución. Según Martín la idea de la obra es que no sea sólo un entretenimiento sino que te mueva algo más.

Nota para revista Ópticos, marzo 2010
Foto: Diego De Pedro