lunes, 4 de octubre de 2010

El síndrome del amor romántico o cuando la fantasía derrapa


Me preguntaba, ¿podemos enfermar de romanticismo? ¿En qué lugar una fantasía ideal derrapa hacia una psicopatología? ¿En qué momento el amor ideal tuerce su eje y comienzan a brotarle ramas estrambóticas que atentan contra la sanidad?
Creo que existe en nosotras algo que siempre deseará una pizca de drama y tormenta como tensión necesaria para sentirnos vivas. Algo que sirva de resistencia o de impedimento para reafirmar nuestra decisión como en las historias de “Romeo y Julieta”, “Madame Bovary”, “Dirty Dancing”, etc.
Toda mujer romántica vira un poco su timón hacia la tragedia o por lo menos hacia el melodrama. Pero ¿en qué punto se pierde la perspectiva, se naufraga hacia los extremos de la neurosis y la tragedia se torna real?

Somos mujeres nacidas a fines del siglo XX. Llevamos sobre las espaldas la carga de un siglo de celuloide, telenovelas y concursos de belleza. ¡Las mujeres han pasado por imágenes de femmes fatales, divas, Doris Day, Simone de Beauvoir, feministas y supermodelos en tan sólo un siglo! ¿Cuánto habrá de contradictorio y descabellado en la formación del ideal romántico en una mujer de este milenio?

Seguramente bastante. Ahora dar un salto hacia el romance es lo indicado. Para eso está el mito del amor perfecto, para germinar en actos espontáneos basados en algo que escapa a las fronteras de la razón. Para que quienes se animan (que no serán demasiadas) puedan seguir el extraño y rico lenguaje del corazón.
Definitivamente comulgo con la idea de la mujer romántica. ¿Pero no será que a veces estamos tan atrapadas en nuestra fantasía que intentamos cumplirla como si fuera un mapa exacto de lo que nos debería suceder? Intentar ejecutarla a la perfección se vuelve simplemente una tarea agotadora y trastornada. Nos lleva a ser actrices de decorados absurdos, con metas improbables y necesidades que fuera del influjo de la fantasía serían vistas como una impecable locura. ¿Será verdaderamente una tragedia tan grande el darse cuenta de que no encajamos en esa fantasía? ¿Comprender que en la vida real detrás de los Príncipes Azules pueden ocultarse seductores truhanes y que los Romeos pueden estar azucarados hasta el aburrimiento?

Sontengo la teoría de que a lo largo de su vida toda mujer tiene por lo menos una historia romántica real. Una que no se parece en nada a la historia de Romeo y Julieta y que sin embargo, para ella, tiene ese mismo sabor especial. Y seguro que no encaja en las estrictas reglas de la fantasía perfecta. Seguro, pero recordarla igual nos trae una sonrisa genuina. Un suspiro lento. Algo que nos confirma que podemos sentirnos maravilladas ante las circunstancias más imperfectas.

Nota aparecida en forma editada en Victoria Rolanda

4 comentarios:

  1. coincido totalmente con eso de la imagen del amor. A veces rompe las pelotas. Beso! Cristin

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  2. Me gustó leerte. Creo que sigue siendo válido ser romántico... y por eso te escribo, yo aún creo que lo soy

    Un abrazo

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  3. Muy bueno eso de vivir un amor real ... ideal... que se tuerce hacia lo torentoso; que no encaja del todo en los ideales del romanticismo que nos han contado desde el cine y la literatura! Bravo!

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