viernes, 20 de agosto de 2010

Ariel Villarreal, una mirada 100 veces más grande



Un artista que crea monstruos hermosos y juega con la línea divisoria entre los sueños y la realidad. Un hombre que no teme cruzar puertas, torcer dimensiones, mezclar reinos. Compartimos una tarde con Ariel Villarreal y por un rato, habitamos el extraño taller de su mente.

La mariposa sobre mi cabeza pesa como 2 kilos. No he podido resistir la tentación de tocarla. ¿Cuántas oportunidades de sentir un monstruo tan hermoso existen?

El taller de Ariel Villarreal es ese lugar que cuando uno era chico imaginaba como el escenario para sus juegos. Un galpón dividido en grandes espacios y tiempos donde podés encontrar chicas haciendo acrobacias con sogas, enormes moscas de metal, trenes que pasan de fondo y además un amigo que te ceba mate.

“¿Por qué el cuelgue con los insectos gigantes?”, pregunto luego de dejar en paz a la mariposa.

A: Los empecé haciendo chiquitos. Los colocaba en restaurantes de amigos. En un principio quise hacer muestras para galerías y no me aceptaba nadie. Por el tamaño de las cosas o porque eran bichos. Entonces dije, OK. A mí me gustan los entornos al aire libre qué mejor que hacer cosas para jardines, plazas. Les cambié la escala a los bichos y comencé a hacerlos grandes. Ahí me di cuenta. Me empezó a gustar el juego de la proporción en el entorno. Encontrarte una araña gigante a 200 metros y verla igual que cuando está a unos centímetros en el baño. Lo que le cambiás es el marco. Es como que hacés copy-paste dentro de otro contexto.

M: ¿Qué le pasa a la gente con tus obras?

A: La mirada de la gente es bastante cambiante con respecto a los insectos. Algunos sienten aprensión y otros los quieren para el patio de sus casas.
Si a vos no te entusiasman los bichos bolita ni entrás a la galería. Pero a otro le recuerdan a la infancia… a cada uno se le dispara algo diferente.

En su charla Ariel cita a Oldenburg. El artista que hizo un inmenso broche de madera en NY y la gota de mercurio que está en Chicago, me explica. También cuenta de sus obras pasadas y futuras. Al describirlas su tono de voz se expande con el entusiasmo de quien puede cambiar la situación limítrofe entre sueños y vigilia. Habla de árboles flúo y tubos de 6 metros alrededor de un test drive. Panaderos de luz flotando 12 metros en la noche de un campo en Mercedes. Un cúmulus nimbus de palitos chinos centellando chispas azules.

M: ¿Y para hacer esto qué estudiaste?

A: Hice industrial y después trabajé con Dios y María Santísima. Con carpinteros, electricistas, autodidactas en general. Y más tarde con Marta Minujin, Graciela Schifrin Lorenzano, Mónica Cancio y Meko Stoichkov que fue el que me enseñó todo. Era un ucraniano que trabajaba metales como un loco. De chico había trabajado en una iglesia y tenía acceso a los libros de los curas. Cómo se hace una iglesia. Las mezclas, los cimientos, hasta los vitraux. Todo. Era una especie de geniecito. Él se especializó en chapa batida. Cada uno se dedica a lo que le gusta. Pero a mí no me va eso de dedicarme a una sola cosa. Siempre hice de todo. Un poco de electrónica, un poco de electricidad, carpintería, herrería, de todo.
Siempre desde lo natural. Flashee mucho con Gaudí. Copiamos la misma estructura de la naturaleza. La sagrada familia está hecha como ramas de árboles. Si te agarrás de ese concepto para hacer, siempre vas a tener un vuelo nuevo. Desde la visión de lo fractario, la trama que está en todo.

M: ¿Y trabajaste de otra cosa alguna vez?

A: Trabajaba haciendo los escenarios de bandas de rock. Pero un día me di cuenta de que no me gustaba. Entonces empecé a investigar lo que quería hacer. Comencé con lo insectos pero no fue algo premeditado. Tener la oportunidad de trabajar en otras disciplinas te hace ligar a nuevas formas de arte. Música, escultura, danza… lo ideal sería poder hacer todas. Porque si hago música algo de mí va a haber en eso. Es así que algunos artistas pueden cambiar radicalmente de arte pero vos te seguís dando cuenta de que se trata de la misma persona.

M: ¿Qué es exactamente lo que estás buscando?

A: No busco algo que cuando lo encontré digo ya está. Es un hacer constante. Y eso te va dando la pauta de lo que vas siendo. Lo que estoy haciendo en ese momento siempre me gusta. El día que no me guste más, ya sea porque apareció otra cosa o porque me aburrí, lo dejo. No hay una búsqueda sino hacer. Y cuando terminó eso aparece otra cosa. Por eso no hay que tener miedo a cruzar la puerta. Es cómo vos te proyectes. Uno es el resultado de la elecciones que tomó desde que tiene uso de razón.

Detrás de una pared pasa un tren. El sonido traviesa un oído y suelta las vibraciones de su eco en la cabeza. Un gato negro mendiga un mimo. De pronto sale el tema de la inmortalidad de la obra.

A: Supuestamente las esculturas se hacen para siempre. Eso fue una de las cosas que más me atrajeron. Que haya algo que quede en el tiempo. Por eso empezás a buscar materiales como acero inoxidable. Cosas que duren el mayor tiempo posible. Ponele que de pronto todo haga un CLINK! Un CLINK! y todo desaparece. Creo que los insectos son lo que viene. Lo único que falta para que ellos crezcan es un 3% más de oxígeno en el planeta. (Se produce un segundo de silencio y luego surge en mí una risa nerviosa.) La organización de las hormigas es increíble. Si todos fuéramos sabios nos pondríamos a observar —antes de tocar— nuestro entorno. Si te ponés a observar aprendés y recién después lo podés aplicar. Yo haciendo los insectos aprendí un montón. De gente que te cuenta cosas sobre arañas, escorpiones… hay cosas que sé de bichos que yo nunca imaginé que iba a aprender. Ahora estoy pensando un proyecto para meterlos todos juntos en un cubo. Mezclar todos los reinos. Tengo ganas de ver todo junto. Tal vez acá mismo.

Mientras hacen las fotos sobre el sonido industrial de un compresor y un fondo psicodélico, permanezco echada en uno de los sillones viejos. Un gato negro reclama atención pero yo estoy perturbada contemplado el brote íntimo de una duda.

¿Si el oxígeno del Planeta aumenta un 3% seremos invadidos por insectos del tamaño de sus esculturas?

Nota publicada en Ópticos
Foto del artista: Diego De Pedro

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